lunes, 17 de junio de 2013

Caffeine || KaiSoo.





—Ay, no seas dramático, Kyung Soo—dijo mordiéndose su labio inferior.

Ambos sabían que era una discusión tonta; sin embargo, sus caracteres eran demasiado orgullosos para dejar la controversia así.

—No es ser dramático, Jong In. ¡Eres demasiado estúpido para darte cuenta! Se están aprovechando de ti, te están engañando. ¡Entiéndelo de una maldita vez, maldición! —dicho aquello, tomó un sorbo de café por inercia.

Las discusiones entre ambos eran típicas, de vez en cuando a la misma hora de siempre. El orgullo dominaba a cada momento; hiriéndose mutuamente. Pero esta vez el enojo de Kyung Soo tenía algo de verdad.

—Pensé que lo entenderías, pero veo que no. No soy estúpido. Es una buena oferta de trabajo, actúas como un celoso. Eres demasiado sobreprotector ¿sabías? No me pasará nada…
—¿En verdad? Ni siquiera te darás cuenta cuando ya te hayas percatado de que todo aquello es una farsa. La empresa es una farsa, ¿qué no has leído los periódicos? Terco—musitó molesto.
—Sé que no es así… confío en…
—Él—rió irónico.
—Kyung Soo,  sabes que no es así. Confío en mis capacidades—hizo una mueca.
—Puede que sí, pero no puedo evitarlo. Se supone que no harías esto ¿eh? Me haces daño—murmuró.

Jong In se acercó, quería sentir sus cálidos brazos alrededor suyo. Él no quería discutir más.

—Aléjate, ¿quieres? —bufó—. Piensa bien las cosas, Jong In. Es lo único que te pediré de aquí en adelante. Infórmate—apuntó un diario.
—¿Dónde irás? —preguntó desconcertado.
—Lejos de ti—murmuró.
—¡HACES TODO MÁS DIFÍCIL! —gritó mientras Kyung Soo seguía su camino.

Soberbios eran, por más que quisieran estar juntos siempre la arrogancia los detenía, y por el minúsculo celo podían revolver el mundo completo. Se querían lo admitían, pero al parecer la impertinencia era más fuerte. Ahora un Jong In destrozado pensaba sólo en aquél individuo que se había marchado hace sólo algunos minutos. ¿Tan malo era poder buscar trabajo? Él sólo se aburría que el otro lo consintiese, aunque eran felices así, él también quería consentirlo; sin embargo Kyung Soo no quería, y aunque fue un celoso protector le quería más que nada en el mundo.

¿Qué sería un Jong In sin Kyung Soo?, la respuesta era fácil… no sería la persona que es ahora sin él, quizás sería un ignorante si no hubiese encontrado a Kyung Soo ó quizás en el mundo que viviría no sería igual, le faltaría algo… Kyung Soo.

Sólo lo desea a él.

Kyung Soo también lo desea, sólo son demasiado orgullosos de sí mismos para decir “perdón”. ¿Algún día entenderán que las estúpidas que a diario tienen son boberías?, ¿cuándo se darán cuenta de cuánto se aprecian?

Nada será lo mismo si siguen contradiciéndose.

—Esto es tonto, no debería ser así—murmuró Jong In—. Él es un celoso, pero el celoso más empalagoso de este mundo—sonrió para sí mismo.

Con amargura Kyung Soo caminaba,  por soberbia no quería volver al apartamento. Sabía quién le esperaba. Pero él quería ir, aún así no irá; no hasta que se dé cuenta lo soso que es.  Sin embargo, él sí de daba cuenta de lo tonto que las discusiones pueden llegar a ser. Detuvo el paso al sentir cálidas gotas resbalar por su rostro… lluvia. Una vez que miró el  cielo, se tornó más intensa.

Corrió hacia su morada, apático por lo que le esperaba. Esta vez a él le tocaba el decir un “lo siento”, ¿pero saldría de sus labios? Tendría que tragarse toda la arrogancia que gracias al moreno obtuvo. Él no quería ser así, pero aquél muchacho lo convierte en eso. Y por más que quiera ocultarlo, le encanta.

Humedecido por aquél diluvio adentró su apartamento como si nada hubiese pasado. Vio una escena que hizo su corazón arder.

Jong In durmiendo.

Sonrió amargo, ¿por qué tenían que discutir? Estar así era de lo peor, se extrañaban el uno con el otro.

Tapó con cobijas a su amado luego de un relajante baño.

—Me haces tanto mal, Jong In—susurró—. Pero a la vez eres mi felicidad, eres irresistible—carcajeó.

Sintió una breve risita por parte de su acompañante. Rayos, lo había escuchado.

—Eres un necio—musitó.
—Como digas—susurró—. Iré a prepararme un café, supongo que no quieres así que mejor para mí—frunció su seño.
—Qué humor, ¿sigues enfadado? —preguntó.
—¿Qué crees tú? —hizo una mueca.

El moreno suspiró. ¿Tan difícil era perdonarse?

—¡Mierda! —gritó Kyung Soo.
—¿¡Qué rayos pasó!? —dijo un Jong In agitado. Corrió por él.
—Me corté recogiendo un cuchillo, maldición—susurró—. Me duele—bufó—. Ayúdame Jongie-ah—musitó desesperado—. Por favor.

Ver así a Kyung Soo, débil… hacía que el corazón de aquél moreno palpitara más acelerado que de costumbre. ¿Por qué malditamente tenía que ser así? Tan tierno. Joder. Kyung Soo sólo lo hace más difícil…

A pesar de haberse cortado la herida no era tan profunda, pero tampoco menos leve. Jong In actuaba como un héroe a cada momento. El subconsciente de ambos grita por el perdón, pero saben que deben tragarse esa soberbia, ¿pasará en algún momento?

—¡Ouch! Eso duele—lloriqueó Kyung Soo.
—Cálmate, todo estará bien. Necio—murmuró el moreno.
—Si estuvieras en mí lugar igual estarías quejándote y no lo niegues.

Hubo el más penoso mutismo. Jong In sabía que si habría su boca, las cosas resultarían peor y hasta pueda que Kyung Soo se enfade de por vida, sabe cómo es.

Conoce su carácter como la palma de su mano.

—Listo—dijo Jong In.
—¿Enserio? —suspiró; el moreno asintió—. Joder, qué torpe soy.
—Ni que me lo digas—gozoso rió el moreno.

¿Por qué tuvo que reír así? El mundo alrededor de ellos hizo un remesón; el corazón de Kyung Soo comenzó a latir con fuerzas. Se sonrojó levemente y evitó la mirada de Jong In.

—Oye, te prepararé tu café ¿sí?—musitó palmeando su espalda.

Todo… ¿estaba bien?

No, definitivamente no estaba bien.

Se dirigió hacia la cocina, vio a un moreno feliz haciendo café.  Se sintió culpable.

—Jong In-ssi—murmuró captando la atención del atezado.
—¿Qué?
—Yo… te debo una… disculpa—dijo inaudible.
—Perdón, no te alcancé a oír—musitó entregándole un café cargado.
—Te debo una disculpa, perdóname por lo de hace un rato—se encogió de hombros recibiendo el café.
—Oh… n-no te preocupes, ya pasó…
—No. Es para que me preocupe. Por culpa de mi orgullo digo las cosas y no pienso antes de hablar; ni siquiera tu opinión al caso—rascó la parte posterior de su nuca—. Perdón—susurró.
—Pues—carraspeó—. Claro, es la primera disculpa que recibo por tú parte—sonrió de medio lado—. Ah, y no te preocupes, no trabajaré allí.
—¿E-En verdad?
—Sí, no necesito trabajar—guiñó—. Y además no quiero trabajar junto a él, más aún cuando sientes celos de él. Aunque claro, adoro celarte pero tampoco es para armar pleitos todos los días. Quiero que me consientas, no deseo que la soberbia me domine.
—Vaya—suspiró.
—Kyung Soo… yo te pido disculpas por mi comportamiento, sé que te iba a molestar pero aún así lo hice. Lo lamento—dijo avergonzado.
—Está bien, ya pasó—murmuró mientras tomaba un sorbo de café—. Lo haces por ti supongo, ¿no? No me gustaría que lo hicieras por mí, me sentiría horrible.

Otro silencio más, ambos escuchaban atentamente el caer de la lluvia.

—¿Sabes? Estoy harto de ocultarlo—esbozó una sonrisa Jong In—. Sí, estoy dejando el trabajo por ti, más bien, por los dos. No soportaría estar sin ti más horas de las que estoy sin tu compañía hoy en día, ¿me entiendes? Te quiero demasiado como para que un imbécil trabajo se interponga entre nosotros.

Un estremecimiento hizo travesía en el cuerpo de Kyung Soo. Él en estos momentos no asimilaba la situación. Trataba de encontrar palabras exactas para decirle en aquél momento, pero se encontraba petrificado. Quería susurrarle un “te quiero”, pero esta vez quería que fuese especial. Simplemente si abría la boca en estos instantes se contradeciría. No, no abriría la boca.

 Tomó otro sorbo de café.

Miró el contenido de aquella taza atentamente. Suspiró. Jong In le miraba fugaz a cada movimiento… esperaba un habla por parte de su amado.

—Jong In, eres como la cafeína—murmuró—. Me haces mal pero a la vez me vuelves feliz y pleno. Te debo mucho—sonrió de medio lado.

El moreno se acercó.

—Dime que me quieres—susurró en su oído.

Kyung Soo se estremeció. Tomó el último sorbo de café.

—Te quiero—murmuró—. Te quiero mucho—sonrió mostrando su dentadura—. Me atrevo a decir que eres perfecto, para mí lo eres. No importa el orgullo, desde ahora en adelante sólo importa el “nosotros”.

Jong In se derretía de apoco, ¿cómo podía ser tan tierno? Lo era, lo era más que nada en el mundo. Ambos se consideraban un regalo para el otro, ¿cómo no? Si tan sólo no hubiesen tenido aquella bobería… todo estaría perfecto, sin embargo, al pasar aquella disputa han podido reflejar los sentimientos sinceros el uno del otro superando los obstáculos que tienen por delante. Se consideran como la cafeína, ¡oh tan buena y tan mala a la vez! Son felices así; la felicidad es lo que más se necesita para estar pleno. Ahora, lo han conseguido.

1 comentario: