sábado, 20 de julio de 2013

{KaiSoo} I'll protect you


Cautivo y preso ante su presencia; no puedo creer que terminé por aceptar tu amistad. Sin embargo, desearía no extrañarle tanto cuando no está, cuando… me deja solo. Sé que arriesga su vida para poder sustentarse, pero… lo siento, no puedo aguantar que cada madrugada él llegue demacrado y con la sangre palpitante entre sus nudillos, desearía poder cambiar su estilo de vida. Quiero que el verdadero Jong In dé a luz y salga por fin de aquellas peleas a las que se somete por las noches.

—¿Cuándo pararás con todo esto?
—Sabes por qué lo hago, Kyungsoo—bufó— No puedo sino hago esto.
—Puede haber otras formas de conseguir dinero, un trabajo más decente.
—No puedo…
—Cállate, ¿quieres? Estoy tratando de sobrellevar mi vida así, y tendrás que aceptarlo. Deja de fastidiar.
—Sólo estoy velando por tu seguridad, ¿es normal que cada noche vengas herido? ¿Es
—Sí  puedes Jong In, joder.
 normal?
—Para mí sí.
—Para mí no, Jong In. Quiero… lo mejor para ti.
—Si quisieras lo mejor para mí, no fastidiarías tanto.

Golpe bajo.

—Basta, no seas así…
—Soy como quiero—miró mis ojos con cierto rencor.

Me quería morir. Siempre acabamos discutiendo, y por las mismas razones cada día, es enfermizo.

—¿Sabes? Ni siquiera sé por qué pediste ser mi amigo—dije dolido— Estoy cuidándote, tratando de protegerte, buscar lo mejor para ti… yo… tú… Olvídalo.
—Te lo pedí porque… me agradas. Si no me soportas, no sé por qué aceptaste, Kyungsoo.
—¿Por qué acepté? ¿No entiendes? A pesar de ser el chico malo, veo en ti lo vulnerable, tierno y amable que eres, ¿por qué ahora te comportas así?
—Tú no lo entenderías.
—Como  digas, Jong In—bufé mientras me retiraba de aquél lugar.
—¿Dónde vas?
—Por ahí—dije y me marché.

De seguro saldría hoy otra vez, llegaría a la madrugada con más de dos golpes en su rostro, moratones en su abdomen y uno que otro rasguño en su espalda, es una rutina, y yo me estaba cansando de aquella.

Jong In era un completo idiota, sólo quería protegerlo y en cambio me trata así. No quiero esa vida para él, quiero que sea feliz y sustentable con un trabajo apropiado; no maltratando su cuerpo, eso es demasiado. Él sabe que cuento con el dinero suficiente para mantenernos a ambos, pero como siempre es tan terco que jamás acepta mi ayuda.

Nos conocimos un día lluvioso, dónde sólo se podía sentir la humedad por las calles. Él iba empapado y sus ojos hinchados me demostraron que nada andaba bien.

Ayúdale.

Mi corazón palpitaba temeroso al acercarme más a él, sin embargo,  no conté con un golpe en el rostro por ayudar a las personas.

—¿Quién eres?
—Hm… Kyungsoo. Eh… sólo quería ayudarte.
—¿Por qué?
—No sé… sólo lo intuí.
—Estúpido.
—Yo… Hm ¿en verdad estás bien?
—Sí.
—¿Seguro?
—Maldición, si.
—No te creo.
—Cree lo que quieras.

Se fue lejos de mí y sentí el ardor escocer la comisura de mis labios. Sin duda, aquél tipo sabía cómo defenderse ante un extraño.
 Curioso comencé a seguirle, la lluvia ya había humedecido mis cabellos y mi respiración se estaba volviendo irregular. La vista se volvió algo nublosa,  bruñí mis ojos y  lo vi rodeado de tipos callejeros. De inmediato supe que no era bueno, en consecuencia, de un momento a otro se abalanzaron contra el tipo que quise ayudar.

¡Diablos! Huye, Kyungsoo.

No puedo huir…

No eres bueno con los golpes.

Sin pedir permiso, corrí a pasos precipitados hacia él. Mi corazón se apretaba poco a poco, estaba temeroso de lo que podía pasar, ¡no sé dar golpes! A lo poco sé dar una buena patada en el trasero, pero eso no importa ahora.

—¡¿Qué crees que haces?! —sentí su voz ruda, ronca y áspera.

Dios, hacía que mis tripas hicieran un baile de hip-hop o algo por el estilo. Su voz es tan… especial.

—Ayudarte, ¿qué más quieres? —siseé acongojado.

Sin aviso previo sentí mi estómago doler, jodidos vándalos. El rencor se apoderó de mí y no tardé de responder el ataque.

—Apártate, te dañarán.
—Me vale madres, prefiero ayudarte—murmuré.

Sentía mi cerebro palpitar fugazmente, jamás había estado entrometido en alguna pelea o algo por el estilo; pero sentía que era necesario. Metí mis narices en donde no me llaman y sentía el deber de ayudar a tal extraño. Y en caso de que nunca más le vea, estaré contento de poder haber servido de ayuda. Sentí mi corazón bombear fuertemente, el sonido de la lluvia cada vez se hacía más fuerte, y los golpes en mi cuerpo cada vez iban doliendo más. Me pregunto, ¿cuándo se acabará esta pesadilla?

Sentí mi cuerpo nulo ante la situación. Estaba exhausto, la respiración me fallaba y sin antes no dar mi última lucha me desplomé contra el húmedo suelo que parecía esperarme con los brazos abiertos. Entonces, una áspera voz resonó en el lugar.

—Kyungsoo, eres un completo idiota…

Ojalá todo esto sea una pesadilla.

 —Esto me molesta, jamás nadie se quedó en mi apartamento antes, ¿por qué lo estoy haciendo? Diablos, es un completo extraño…—¿De quién es esa voz? —… Un tarado que trató de defenderme, diablos—bufó.

Un momento, ¿en su apartamento? ¿Yo un extraño? ¿Qué diablos está pasando?

—Hm…—intento hablar, pero me es imposible. Me molesta mi cuerpo, está pesado, adolorido y nulo—Mi cuerpo… ¿Hm? Duele.

Sentí una mirada posada en mí… ¿será posible que sea él?

—¿Qué hago aquí? —susurré.—Me duele el cuerpo.
—Eso te pasa por meterte donde no te llaman, ¿por qué te involucraste? Perfectamente podía con ellos.
—Eh… ¿he estado mucho tiempo aquí? —pregunté nervioso, no quería responderte exactamente por qué me entrometí en aquel combate porque ni yo sé con exactitud.
—No, sólo cuatro horas o cinco—su voz cada vez era más áspera. Dios.
—Oh…

Vaya respuesta.

Por alguna razón, me sentía cómodo, lo bastante para sonreír. Me aseguré que su rostro quede grabado en mi memoria, y cuando estuve listo me marché, de inmediato pensé que jamás le volvería a ver y de tan sólo reflexionar acerca del tema hacía mi corazón acongojado.

Un día decidí salir a vagar por las noches (no es que sea un vago ni nada por el estilo), me entretenía ver las carreras callejeras, la adrenalina no era lo mío pero de vez en cuando se sentía bien. Y así fue como me lo topé, su cuerpo fornido y tenso; sus labios rectos fingiendo no demostrar expresión alguna, sus ojos concentrados en el piso y manos a los bolsillos.

Mi corazón…mi vulnerable corazón.
Rayos… parezco chica.

 Gruñí y sentí su vista perspicaz sobre mí.

Anhelados cielos.

Quise detenerme, pero ¿qué iba a decir? Un “Eh, ¿me recuerdas? Soy el estúpido que intentó salvarte, perdón por aquello pero no lo pude evitar” o “Soy Kyung Soo, ¿quién eres tú?”. No, no podía. Farfullé maldiciones y sentí aquella voz a mi espalda.

 Oh maldita voz.

Tan áspera, sensual…

—¿Kyung Soo?

Dijo mi nombre, Jesucristo.

—Eh… ¿sí?
—¿Me recuerdas?
—No, lo siento, no suelo hablar con extraños—sentí mi corazón palpitar, ¿por temor? Quizá.
—Ajá, y yo soy estúpido—bufó— Date la vuelta, no seas nena. Bien que le hablas extraños y también los ayudas ¿o me equivoco?

Kyung Soo, afírmate, te flaquean las piernas.

—¿Qué quieres? —pregunté mirando aquellos profundos ojos.
—¿Por qué andas por estos lados?
—No es de tu incumbencia…
—No lo es, pero… una nena como tú no puede andar por barrios así, ni menos a esta hora—murmuró.
—¿Disculpa? No soy nena, tengo edad y déjame en paz.
—¿Qué tal si me acompañas?
—No.
—Oye, me debes un favor, si más bien no recuerdo te entrometiste en…
—Como sea, es tarde, necesito volver a casa—mentí.
—Estás mintiendo… te he visto por estos lugares antes.

¿Qué?

—Y a juzgar por tu rostro, veo que es cierto—sonrió socarronamente.

Dios, Kyung Soo. Muévete, está muy cerca de ti.

—¿Me vas a acompañar?
—Pero ni siquiera sé tu nombre…
—Jong In.

Su voz se metió en mis entrañas, mis sentidos y en mi corazón. Retumbaba en mi cabeza una y otra vez, su cálido acento, lo áspero y  cándido que tiene su voz, ¿quién es este hombre?

Jong In.

Jong In.

Jong In.

Definitivamente, esa fue la noche en la cual conocí a Jong In y parte de su vida nocturna, la cual jamás olvidaré. ¿Quién se arriesgaría a trabajar en las noches? Yo no, y no es por ser nena. Luego cuando comencé a frecuentar el lugar en que trabajaba sólo para verlo, sentía curiosidad por el tipo, y poco a poco comencé a darme cuenta que Jong In no tenía amigos, él se encontraba solo.
Decidí encontrar respuestas, fue cuando me encontré con la sorpresa de ser el chico malo. ¿Realmente lo era?
Esa misma noche, descubrió que le “espiaba” y acabé en su apartamento curándole las heridas en su rostro, toqué su sedosa piel y me estremecí, ¿cómo podían causarle heridas así?

—¿Por qué haces esto?
—Porque lo necesito.
—Y yo soy nena—bufé— No seas terco, no lo necesitas.
—Necesito hacerlo, sino lo hago no puedo subsistir…
—Hay otras formas, no maltrates tu cuerpo así—susurré.
—¿Te importa a caso?
—No es que me importe  o no, además… si quieres te puedo ayudar.
—No necesito de tu ayuda ni la de nadie, ¿está bien?

Este tipo parecía haber salido de mis sueños tórridos en días lluviosos, ¿cómo podía ser tan terco? Le estaba ofreciendo mi ayuda, quería ayudarlo, sé que es una de esas personas ermitañas que siempre dicen no necesitar ayuda cuando sí la necesitan. El silencio se hizo notar en la habitación, cuando terminé con mi labor quise irme pero alguien me lo impidió.

Jong In.

—Kyung Soo, ¿serías mi amigo?
—¿Eh?
—¿Serías mi amigo? —preguntó mordiéndose el labio inferior.

Oh, más que eso, Jong In.

—¿Por qué no? —sonreí.
—Ya, pero no has dicho que sí…
—Hm, está bien. Seré tu amigo… pero normalmente eso no se pide, la amistad se gana—me encogí de hombros.
—No arruines todo ¿vale?

Asentí y  mis piernas tambalearon, querían correr y abrazarlo. No había razón alguna, pero eso me ganaba por ser tan dócil.

Maldición.

Sin darme cuenta comencé a preocuparme más por Jong In, que por mí mismo. Siempre que tenía la oportunidad de verle dormir, espiaba su rostro sereno, sus rasgos tan intimidantes, no me di cuenta cuando comencé a quererle, siempre está presente en mis ojos, mi mente y mi corazón. Me infectó con su pócima más preciada, su ser; y no entiendo cómo, siendo un tipo que aparentemente era extraño. Jamás me interesé por alguien así, ¡llegué hasta espiarlo! Mi curiosidad me llevaba a los límites.
Cuando él decidió que me necesitaba más de la cuenta, decidió mudarme a su apartamento. ¿Vivir con él? No lo tenía en mis planes, pero su cercanía me encantaba. Me gustaba el Jong In que sólo yo conocía y las ideas de perder a un amigo como él no estaba en mis planes, es decir, prometí siempre protegerlo; él es como un niño y yo su hermano mayor, los hermanos siempre se protegen ¿no?

Pero este día no me sentía de muy buenos ánimos, siempre era la misma rutina. Cada día, cada noche, cada mes… los golpes en su rostro, los rasguños en su espalda. Sentía que si él seguía así, lo perdería.

Y mi corazón indefenso no lo soportaría.

Sabía que tendría que volver al apartamento, pero no quería verlo.

Pero qué más da, no es la única pelea por esto, Kyungsoo.

Decidí volver. Sabiendo que todo “volvería a la normalidad”, pero no contaba que aquél que prometí proteger, no estaba. Se había ido.

¿Dónde…?

Si mis cálculos no fallaban iba a otra pelea otra vez, ¡este tipo está demente! Va a acabar en un hospital pronto, y yo no puedo permitirlo, jamás me lo perdonaría.

Corrí lo más que pude, sólo a por él.

—Oye amigo, esta será la pelea de la historia—oí a un tipejo más alto que yo, rodeándome por los hombros.
—¿Ah sí? —alcé una ceja— ¿Quiénes competirán esta vez? —traté de no sonar nervioso, no me gustaba este tipo de gente.
—El grandioso Kai contra un chino, famoso por dar golpes, si más bien no recuerdo se hace llamar Tao—sonrió— No es por nada pero… le volarán el trasero a Kai. Sin embargo apostaré por él.
—¿Qué dice?
—Oh Dios, sólo eres un novicio—rió— Tao es más fuerte que Kai, ¡quién no sabe eso! —palmeó mi hombro— Venga, tengo uno de los primeros puestos, podrás ver bien la pelea, novato.

¿Kai?

Un segundo, ¿qué?
Kai no puede ser Jong In, ¿o sí?

—Disculpe, ¿quién es Kai?
—Oh pues, muchos comentan que en realidad se llama Jong In—se encogió de hombros— Pero dada la situación, siempre se ponen apodos y él, está desde pequeño por estos lares así que todos han olvidado su verdadero nombre—rascó su nuca. — ¿Quieres? —me aventó una lata de cerveza.
—Gracias.
—Uh, comenzará—comentó mientras su vista posaba   aficionada a lo que veía.

Y ahí lo vi, su figura corpulenta (y bastante morena), la sonrisa irónica de derribo-todo-aquél-que-pise-este-escenario y sus ojos observando a la multitud excitarse.

No quiero estar aquí. Esto no es normal.

Traté de ocultarme lo mejor que pude, sabía que si Jong In me veía jamás me hablaría en su vida, y no quería eso. Sin embargo, la suerte casi nunca está de mi parte y como si fuesen dagas clavándose en mis ojos sentía su mirada en mí. Vaya problema. ¿En qué lío me he metido? Mi mirada casi de súplica veía aquellos ojos que me miraban con furor, como si nos comunicáramos desde la distancia, su mirada era clara y profunda y exclamaban un “tenemos que hablar”.
Tragué en seco.

¿Seré idiota?                          

—Eh, chico ¿te encuentras bien? Estás paliducho, venga ¡toma la cerveza! Te hará sentir mejor…
—Oh, claro—asentí.

Kyungsoo, eres un demente, ¡jamás has bebido nada por el estilo!

Bebí un sorbo y por cortesía no lo tiré al piso. Dejé la lata caer sin que aquél hombre se diese cuenta y observé las posibles salidas, no quería ver cómo salía lastimado Jong In. Si bien, en mis comienzos le vi pelear, jamás lo volví a hacer. No creo que el corazón me dé para más.

Bien, Kyungsoo. Gritar incendio, prender fuego al escenario o gritar y después correr, no son las mejores ideas ¿o sí? La nota mental del día de hoy es pensar como nena, sí, definitivamente eso. Entonces, ¿ponerme a llorar? No. ¡Ya sé! Actuar como una persona normal que simplemente se quiere ir, ¡perfecto! ¡Bravo, Kyungsoo! Te mereces dos abrazos de Jong In que sabes que jamás te dará.

Idiota.

Caminé lejos de ahí, justo cuando la masa de gente comenzó a abuchear por la batalla que acababa de comenzar y no quería ver eso. Corrí y escapé de allí, si veía cómo querían derribar a Jong In me moriría ahí mismo; y dada las circunstancias me daría una paliza por ser un pedazo de idiota.  

Vaya lío.
 


lunes, 17 de junio de 2013

Caffeine || KaiSoo.





—Ay, no seas dramático, Kyung Soo—dijo mordiéndose su labio inferior.

Ambos sabían que era una discusión tonta; sin embargo, sus caracteres eran demasiado orgullosos para dejar la controversia así.

—No es ser dramático, Jong In. ¡Eres demasiado estúpido para darte cuenta! Se están aprovechando de ti, te están engañando. ¡Entiéndelo de una maldita vez, maldición! —dicho aquello, tomó un sorbo de café por inercia.

Las discusiones entre ambos eran típicas, de vez en cuando a la misma hora de siempre. El orgullo dominaba a cada momento; hiriéndose mutuamente. Pero esta vez el enojo de Kyung Soo tenía algo de verdad.

—Pensé que lo entenderías, pero veo que no. No soy estúpido. Es una buena oferta de trabajo, actúas como un celoso. Eres demasiado sobreprotector ¿sabías? No me pasará nada…
—¿En verdad? Ni siquiera te darás cuenta cuando ya te hayas percatado de que todo aquello es una farsa. La empresa es una farsa, ¿qué no has leído los periódicos? Terco—musitó molesto.
—Sé que no es así… confío en…
—Él—rió irónico.
—Kyung Soo,  sabes que no es así. Confío en mis capacidades—hizo una mueca.
—Puede que sí, pero no puedo evitarlo. Se supone que no harías esto ¿eh? Me haces daño—murmuró.

Jong In se acercó, quería sentir sus cálidos brazos alrededor suyo. Él no quería discutir más.

—Aléjate, ¿quieres? —bufó—. Piensa bien las cosas, Jong In. Es lo único que te pediré de aquí en adelante. Infórmate—apuntó un diario.
—¿Dónde irás? —preguntó desconcertado.
—Lejos de ti—murmuró.
—¡HACES TODO MÁS DIFÍCIL! —gritó mientras Kyung Soo seguía su camino.

Soberbios eran, por más que quisieran estar juntos siempre la arrogancia los detenía, y por el minúsculo celo podían revolver el mundo completo. Se querían lo admitían, pero al parecer la impertinencia era más fuerte. Ahora un Jong In destrozado pensaba sólo en aquél individuo que se había marchado hace sólo algunos minutos. ¿Tan malo era poder buscar trabajo? Él sólo se aburría que el otro lo consintiese, aunque eran felices así, él también quería consentirlo; sin embargo Kyung Soo no quería, y aunque fue un celoso protector le quería más que nada en el mundo.

¿Qué sería un Jong In sin Kyung Soo?, la respuesta era fácil… no sería la persona que es ahora sin él, quizás sería un ignorante si no hubiese encontrado a Kyung Soo ó quizás en el mundo que viviría no sería igual, le faltaría algo… Kyung Soo.

Sólo lo desea a él.

Kyung Soo también lo desea, sólo son demasiado orgullosos de sí mismos para decir “perdón”. ¿Algún día entenderán que las estúpidas que a diario tienen son boberías?, ¿cuándo se darán cuenta de cuánto se aprecian?

Nada será lo mismo si siguen contradiciéndose.

—Esto es tonto, no debería ser así—murmuró Jong In—. Él es un celoso, pero el celoso más empalagoso de este mundo—sonrió para sí mismo.

Con amargura Kyung Soo caminaba,  por soberbia no quería volver al apartamento. Sabía quién le esperaba. Pero él quería ir, aún así no irá; no hasta que se dé cuenta lo soso que es.  Sin embargo, él sí de daba cuenta de lo tonto que las discusiones pueden llegar a ser. Detuvo el paso al sentir cálidas gotas resbalar por su rostro… lluvia. Una vez que miró el  cielo, se tornó más intensa.

Corrió hacia su morada, apático por lo que le esperaba. Esta vez a él le tocaba el decir un “lo siento”, ¿pero saldría de sus labios? Tendría que tragarse toda la arrogancia que gracias al moreno obtuvo. Él no quería ser así, pero aquél muchacho lo convierte en eso. Y por más que quiera ocultarlo, le encanta.

Humedecido por aquél diluvio adentró su apartamento como si nada hubiese pasado. Vio una escena que hizo su corazón arder.

Jong In durmiendo.

Sonrió amargo, ¿por qué tenían que discutir? Estar así era de lo peor, se extrañaban el uno con el otro.

Tapó con cobijas a su amado luego de un relajante baño.

—Me haces tanto mal, Jong In—susurró—. Pero a la vez eres mi felicidad, eres irresistible—carcajeó.

Sintió una breve risita por parte de su acompañante. Rayos, lo había escuchado.

—Eres un necio—musitó.
—Como digas—susurró—. Iré a prepararme un café, supongo que no quieres así que mejor para mí—frunció su seño.
—Qué humor, ¿sigues enfadado? —preguntó.
—¿Qué crees tú? —hizo una mueca.

El moreno suspiró. ¿Tan difícil era perdonarse?

—¡Mierda! —gritó Kyung Soo.
—¿¡Qué rayos pasó!? —dijo un Jong In agitado. Corrió por él.
—Me corté recogiendo un cuchillo, maldición—susurró—. Me duele—bufó—. Ayúdame Jongie-ah—musitó desesperado—. Por favor.

Ver así a Kyung Soo, débil… hacía que el corazón de aquél moreno palpitara más acelerado que de costumbre. ¿Por qué malditamente tenía que ser así? Tan tierno. Joder. Kyung Soo sólo lo hace más difícil…

A pesar de haberse cortado la herida no era tan profunda, pero tampoco menos leve. Jong In actuaba como un héroe a cada momento. El subconsciente de ambos grita por el perdón, pero saben que deben tragarse esa soberbia, ¿pasará en algún momento?

—¡Ouch! Eso duele—lloriqueó Kyung Soo.
—Cálmate, todo estará bien. Necio—murmuró el moreno.
—Si estuvieras en mí lugar igual estarías quejándote y no lo niegues.

Hubo el más penoso mutismo. Jong In sabía que si habría su boca, las cosas resultarían peor y hasta pueda que Kyung Soo se enfade de por vida, sabe cómo es.

Conoce su carácter como la palma de su mano.

—Listo—dijo Jong In.
—¿Enserio? —suspiró; el moreno asintió—. Joder, qué torpe soy.
—Ni que me lo digas—gozoso rió el moreno.

¿Por qué tuvo que reír así? El mundo alrededor de ellos hizo un remesón; el corazón de Kyung Soo comenzó a latir con fuerzas. Se sonrojó levemente y evitó la mirada de Jong In.

—Oye, te prepararé tu café ¿sí?—musitó palmeando su espalda.

Todo… ¿estaba bien?

No, definitivamente no estaba bien.

Se dirigió hacia la cocina, vio a un moreno feliz haciendo café.  Se sintió culpable.

—Jong In-ssi—murmuró captando la atención del atezado.
—¿Qué?
—Yo… te debo una… disculpa—dijo inaudible.
—Perdón, no te alcancé a oír—musitó entregándole un café cargado.
—Te debo una disculpa, perdóname por lo de hace un rato—se encogió de hombros recibiendo el café.
—Oh… n-no te preocupes, ya pasó…
—No. Es para que me preocupe. Por culpa de mi orgullo digo las cosas y no pienso antes de hablar; ni siquiera tu opinión al caso—rascó la parte posterior de su nuca—. Perdón—susurró.
—Pues—carraspeó—. Claro, es la primera disculpa que recibo por tú parte—sonrió de medio lado—. Ah, y no te preocupes, no trabajaré allí.
—¿E-En verdad?
—Sí, no necesito trabajar—guiñó—. Y además no quiero trabajar junto a él, más aún cuando sientes celos de él. Aunque claro, adoro celarte pero tampoco es para armar pleitos todos los días. Quiero que me consientas, no deseo que la soberbia me domine.
—Vaya—suspiró.
—Kyung Soo… yo te pido disculpas por mi comportamiento, sé que te iba a molestar pero aún así lo hice. Lo lamento—dijo avergonzado.
—Está bien, ya pasó—murmuró mientras tomaba un sorbo de café—. Lo haces por ti supongo, ¿no? No me gustaría que lo hicieras por mí, me sentiría horrible.

Otro silencio más, ambos escuchaban atentamente el caer de la lluvia.

—¿Sabes? Estoy harto de ocultarlo—esbozó una sonrisa Jong In—. Sí, estoy dejando el trabajo por ti, más bien, por los dos. No soportaría estar sin ti más horas de las que estoy sin tu compañía hoy en día, ¿me entiendes? Te quiero demasiado como para que un imbécil trabajo se interponga entre nosotros.

Un estremecimiento hizo travesía en el cuerpo de Kyung Soo. Él en estos momentos no asimilaba la situación. Trataba de encontrar palabras exactas para decirle en aquél momento, pero se encontraba petrificado. Quería susurrarle un “te quiero”, pero esta vez quería que fuese especial. Simplemente si abría la boca en estos instantes se contradeciría. No, no abriría la boca.

 Tomó otro sorbo de café.

Miró el contenido de aquella taza atentamente. Suspiró. Jong In le miraba fugaz a cada movimiento… esperaba un habla por parte de su amado.

—Jong In, eres como la cafeína—murmuró—. Me haces mal pero a la vez me vuelves feliz y pleno. Te debo mucho—sonrió de medio lado.

El moreno se acercó.

—Dime que me quieres—susurró en su oído.

Kyung Soo se estremeció. Tomó el último sorbo de café.

—Te quiero—murmuró—. Te quiero mucho—sonrió mostrando su dentadura—. Me atrevo a decir que eres perfecto, para mí lo eres. No importa el orgullo, desde ahora en adelante sólo importa el “nosotros”.

Jong In se derretía de apoco, ¿cómo podía ser tan tierno? Lo era, lo era más que nada en el mundo. Ambos se consideraban un regalo para el otro, ¿cómo no? Si tan sólo no hubiesen tenido aquella bobería… todo estaría perfecto, sin embargo, al pasar aquella disputa han podido reflejar los sentimientos sinceros el uno del otro superando los obstáculos que tienen por delante. Se consideran como la cafeína, ¡oh tan buena y tan mala a la vez! Son felices así; la felicidad es lo que más se necesita para estar pleno. Ahora, lo han conseguido.