Cautivo y preso ante su presencia; no puedo creer que
terminé por aceptar tu amistad. Sin embargo, desearía no extrañarle tanto
cuando no está, cuando… me deja solo.
Sé que arriesga su vida para poder sustentarse, pero… lo siento, no puedo aguantar que cada madrugada él llegue demacrado
y con la sangre palpitante entre sus nudillos, desearía poder cambiar su estilo
de vida. Quiero que el verdadero Jong In dé a luz y salga por fin de aquellas
peleas a las que se somete por las noches.
—¿Cuándo pararás con todo esto?
—Sabes por qué lo hago, Kyungsoo—bufó— No puedo sino
hago esto.
—Puede haber otras formas de conseguir dinero, un
trabajo más decente.
—No puedo…
—Cállate, ¿quieres? Estoy tratando de sobrellevar mi
vida así, y tendrás que aceptarlo. Deja de fastidiar.
—Sólo estoy velando por tu seguridad, ¿es normal que
cada noche vengas herido? ¿Es
—Sí puedes Jong
In, joder.
normal?
—Para mí sí.
—Para mí no, Jong In. Quiero… lo mejor para ti.
—Si quisieras lo mejor para mí, no fastidiarías tanto.
Golpe bajo.
—Basta, no seas así…
—Soy como quiero—miró mis ojos con cierto rencor.
Me quería
morir. Siempre acabamos discutiendo,
y por las mismas razones cada día, es enfermizo.
—¿Sabes? Ni siquiera sé por qué pediste ser mi
amigo—dije dolido— Estoy cuidándote, tratando de protegerte, buscar lo mejor
para ti… yo… tú… Olvídalo.
—Te lo pedí porque… me agradas. Si no me soportas, no
sé por qué aceptaste, Kyungsoo.
—¿Por qué acepté? ¿No entiendes? A pesar de ser el
chico malo, veo en ti lo vulnerable, tierno y amable que eres, ¿por qué ahora
te comportas así?
—Tú no lo entenderías.
—Como digas,
Jong In—bufé mientras me retiraba de aquél lugar.
—¿Dónde vas?
—Por ahí—dije y me marché.
De seguro saldría hoy otra vez, llegaría a la
madrugada con más de dos golpes en su rostro, moratones en su abdomen y uno que
otro rasguño en su espalda, es una rutina, y yo me estaba cansando de aquella.
Jong In era un completo idiota, sólo quería protegerlo
y en cambio me trata así. No quiero esa vida para él, quiero que sea feliz y
sustentable con un trabajo apropiado; no maltratando su cuerpo, eso es
demasiado. Él sabe que cuento con el dinero suficiente para mantenernos a
ambos, pero como siempre es tan terco que jamás acepta mi ayuda.
Nos conocimos un día lluvioso, dónde
sólo se podía sentir la humedad por las calles. Él iba empapado y sus ojos
hinchados me demostraron que nada andaba bien.
Ayúdale.
Mi corazón palpitaba temeroso al
acercarme más a él, sin embargo, no
conté con un golpe en el rostro por ayudar a las personas.
—¿Quién eres?
—Hm… Kyungsoo. Eh… sólo quería ayudarte.
—¿Por qué?
—No sé… sólo lo intuí.
—Estúpido.
—Yo… Hm ¿en verdad estás bien?
—Sí.
—¿Seguro?
—Maldición, si.
—No te creo.
—Cree lo que quieras.
Se fue lejos de mí y sentí el ardor escocer la
comisura de mis labios. Sin duda, aquél tipo sabía cómo defenderse ante un
extraño.
Curioso comencé
a seguirle, la lluvia ya había humedecido mis cabellos y mi respiración se
estaba volviendo irregular. La vista se volvió algo nublosa, bruñí mis ojos y lo vi rodeado de tipos callejeros. De
inmediato supe que no era bueno, en consecuencia, de un momento a otro se
abalanzaron contra el tipo que quise ayudar.
¡Diablos!
Huye, Kyungsoo.
No puedo huir…
No eres bueno
con los golpes.
Sin pedir permiso, corrí a pasos precipitados hacia
él. Mi corazón se apretaba poco a poco, estaba temeroso de lo que podía pasar, ¡no sé dar golpes! A lo poco sé dar
una buena patada en el trasero, pero eso no importa ahora.
—¡¿Qué crees que haces?! —sentí su voz ruda, ronca y
áspera.
Dios, hacía que mis tripas hicieran un baile de
hip-hop o algo por el estilo. Su voz es tan… especial.
—Ayudarte, ¿qué más quieres? —siseé acongojado.
Sin aviso previo sentí mi estómago doler, jodidos
vándalos. El rencor se apoderó de mí y no tardé de responder el ataque.
—Apártate, te dañarán.
—Me vale madres, prefiero ayudarte—murmuré.
Sentía mi cerebro palpitar fugazmente, jamás había
estado entrometido en alguna pelea o algo por el estilo; pero sentía que era
necesario. Metí mis narices en donde no me llaman y sentía el deber de ayudar a
tal extraño. Y en caso de que nunca más le vea, estaré contento de poder haber
servido de ayuda. Sentí mi corazón bombear fuertemente, el sonido de la lluvia
cada vez se hacía más fuerte, y los golpes en mi cuerpo cada vez iban doliendo
más. Me pregunto, ¿cuándo se acabará esta pesadilla?
Sentí mi cuerpo nulo ante la situación. Estaba exhausto, la respiración me fallaba y
sin antes no dar mi última lucha me desplomé contra el húmedo suelo que parecía
esperarme con los brazos abiertos. Entonces, una áspera voz resonó en el lugar.
—Kyungsoo,
eres un completo idiota…
Ojalá todo esto sea una pesadilla.
—Esto me
molesta, jamás nadie se quedó en mi apartamento antes, ¿por qué lo estoy
haciendo? Diablos, es un completo extraño…—¿De quién es esa voz? —… Un tarado
que trató de defenderme, diablos—bufó.
Un momento, ¿en su apartamento? ¿Yo un extraño? ¿Qué diablos está pasando?
—Hm…—intento hablar, pero me es imposible. Me molesta
mi cuerpo, está pesado, adolorido y nulo—Mi cuerpo… ¿Hm? Duele.
Sentí una mirada posada en mí… ¿será posible que sea
él?
—¿Qué hago aquí? —susurré.—Me duele el cuerpo.
—Eso te pasa por meterte donde no te llaman, ¿por qué
te involucraste? Perfectamente podía con ellos.
—Eh… ¿he estado mucho tiempo aquí? —pregunté nervioso,
no quería responderte exactamente por qué me entrometí en aquel combate porque
ni yo sé con exactitud.
—No, sólo cuatro horas o cinco—su voz cada vez era más
áspera. Dios.
—Oh…
Vaya
respuesta.
Por alguna razón, me sentía cómodo, lo bastante para
sonreír. Me aseguré que su rostro quede grabado en mi memoria, y cuando estuve
listo me marché, de inmediato pensé que jamás le volvería a ver y de tan sólo
reflexionar acerca del tema hacía mi corazón acongojado.
Un día decidí salir a vagar por las noches (no es que
sea un vago ni nada por el estilo), me entretenía ver las carreras callejeras,
la adrenalina no era lo mío pero de vez en cuando se sentía bien. Y así fue
como me lo topé, su cuerpo fornido y tenso; sus labios rectos fingiendo no
demostrar expresión alguna, sus ojos concentrados en el piso y manos a los
bolsillos.
Mi corazón…mi
vulnerable corazón.
Rayos…
parezco chica.
Gruñí y sentí
su vista perspicaz sobre mí.
Anhelados
cielos.
Quise detenerme, pero ¿qué iba a decir? Un “Eh, ¿me
recuerdas? Soy el estúpido que intentó salvarte, perdón por aquello pero no lo
pude evitar” o “Soy Kyung Soo, ¿quién eres tú?”. No, no podía. Farfullé
maldiciones y sentí aquella voz a mi espalda.
Oh maldita voz.
Tan áspera,
sensual…
—¿Kyung Soo?
Dijo mi
nombre, Jesucristo.
—Eh… ¿sí?
—¿Me recuerdas?
—No, lo siento, no suelo hablar con extraños—sentí mi
corazón palpitar, ¿por temor? Quizá.
—Ajá, y yo soy estúpido—bufó— Date la vuelta, no seas
nena. Bien que le hablas extraños y también los ayudas ¿o me equivoco?
Kyung Soo,
afírmate, te flaquean las piernas.
—¿Qué quieres? —pregunté mirando aquellos profundos
ojos.
—¿Por qué andas por estos lados?
—No es de tu incumbencia…
—No lo es, pero… una nena como tú no puede andar por
barrios así, ni menos a esta hora—murmuró.
—¿Disculpa? No soy nena, tengo edad y déjame en paz.
—¿Qué tal si me acompañas?
—No.
—Oye, me debes un favor, si más bien no recuerdo te
entrometiste en…
—Como sea, es tarde, necesito volver a casa—mentí.
—Estás mintiendo… te he visto por estos lugares antes.
¿Qué?
—Y a juzgar por tu rostro, veo que es cierto—sonrió
socarronamente.
Dios, Kyung
Soo. Muévete, está muy cerca de ti.
—¿Me vas a acompañar?
—Pero ni siquiera sé tu nombre…
—Jong In.
Su voz se metió en mis entrañas, mis sentidos y en mi
corazón. Retumbaba en mi cabeza una y otra vez, su cálido acento, lo áspero
y cándido que tiene su voz, ¿quién es
este hombre?
Jong In.
Jong In.
Jong In.
Definitivamente, esa fue la noche en la cual conocí a
Jong In y parte de su vida nocturna, la cual jamás olvidaré. ¿Quién se arriesgaría a trabajar en las
noches? Yo no, y no es por ser nena. Luego cuando comencé a frecuentar el
lugar en que trabajaba sólo para verlo, sentía curiosidad por el tipo, y poco a
poco comencé a darme cuenta que Jong In no tenía amigos, él se encontraba solo.
Decidí encontrar respuestas, fue cuando me encontré
con la sorpresa de ser el chico malo. ¿Realmente
lo era?
Esa misma noche, descubrió que le “espiaba” y acabé en
su apartamento curándole las heridas en su rostro, toqué su sedosa piel y me
estremecí, ¿cómo podían causarle heridas así?
—¿Por qué haces esto?
—Porque lo necesito.
—Y yo soy nena—bufé— No seas terco, no lo necesitas.
—Necesito hacerlo, sino lo hago no puedo subsistir…
—Hay otras formas, no maltrates tu cuerpo así—susurré.
—¿Te importa a caso?
—No es que me importe
o no, además… si quieres te puedo ayudar.
—No necesito de tu ayuda ni la de nadie, ¿está bien?
Este tipo parecía haber salido de mis sueños tórridos
en días lluviosos, ¿cómo podía ser tan terco? Le estaba ofreciendo mi ayuda,
quería ayudarlo, sé que es una de esas personas ermitañas que siempre dicen no
necesitar ayuda cuando sí la necesitan. El silencio se hizo notar en la
habitación, cuando terminé con mi labor quise irme pero alguien me lo impidió.
Jong In.
—Kyung Soo, ¿serías
mi amigo?
—¿Eh?
—¿Serías mi amigo? —preguntó mordiéndose el labio
inferior.
Oh, más que
eso, Jong In.
—¿Por qué no? —sonreí.
—Ya, pero no has dicho que sí…
—Hm, está bien. Seré tu amigo… pero normalmente eso no
se pide, la amistad se gana—me encogí de hombros.
—No arruines todo ¿vale?
Asentí y mis
piernas tambalearon, querían correr y abrazarlo. No había razón alguna, pero eso
me ganaba por ser tan dócil.
Maldición.
Sin darme cuenta comencé a preocuparme más por Jong
In, que por mí mismo. Siempre que tenía la oportunidad de verle dormir, espiaba
su rostro sereno, sus rasgos tan intimidantes, no me di cuenta cuando comencé a
quererle, siempre está presente en mis ojos, mi mente y mi corazón. Me infectó
con su pócima más preciada, su ser; y no entiendo cómo, siendo un tipo que
aparentemente era extraño. Jamás me interesé por alguien así, ¡llegué hasta
espiarlo! Mi curiosidad me llevaba a los límites.
Cuando él decidió que me necesitaba más de la cuenta,
decidió mudarme a su apartamento. ¿Vivir con él? No lo tenía en mis planes,
pero su cercanía me encantaba. Me gustaba el Jong In que sólo yo conocía y las
ideas de perder a un amigo como él no estaba en mis planes, es decir, prometí
siempre protegerlo; él es como un niño y yo su hermano mayor, los hermanos
siempre se protegen ¿no?
Pero este día no me sentía de muy buenos ánimos,
siempre era la misma rutina. Cada día, cada noche, cada mes… los golpes en su
rostro, los rasguños en su espalda. Sentía que si él seguía así, lo perdería.
Y mi corazón
indefenso no lo soportaría.
Sabía que tendría que volver al apartamento, pero no
quería verlo.
Pero qué más
da, no es la única pelea por esto, Kyungsoo.
Decidí volver. Sabiendo que todo “volvería a la
normalidad”, pero no contaba que aquél que prometí proteger, no estaba. Se
había ido.
¿Dónde…?
Si mis cálculos no fallaban iba a otra
pelea otra vez, ¡este tipo está demente!
Va a acabar en un hospital pronto, y yo no puedo permitirlo, jamás me lo
perdonaría.
Corrí lo más que pude, sólo a por él.
—Oye amigo, esta será la pelea de la
historia—oí a un tipejo más alto que yo, rodeándome por los hombros.
—¿Ah sí? —alcé una ceja— ¿Quiénes
competirán esta vez? —traté de no sonar nervioso, no me gustaba este tipo de
gente.
—El grandioso Kai contra un chino, famoso por dar golpes, si más bien no
recuerdo se hace llamar Tao—sonrió— No es por nada pero… le volarán el trasero
a Kai. Sin embargo apostaré por él.
—¿Qué dice?
—Oh Dios, sólo eres un novicio—rió— Tao
es más fuerte que Kai, ¡quién no sabe eso! —palmeó mi hombro— Venga, tengo uno
de los primeros puestos, podrás ver bien la pelea, novato.
¿Kai?
Un segundo, ¿qué?
Kai no puede ser Jong In, ¿o sí?
—Disculpe, ¿quién es Kai?
—Oh pues, muchos comentan que en
realidad se llama Jong In—se encogió de hombros— Pero dada la situación,
siempre se ponen apodos y él, está desde pequeño por estos lares así que todos
han olvidado su verdadero nombre—rascó su nuca. — ¿Quieres? —me aventó una lata
de cerveza.
—Gracias.
—Uh, comenzará—comentó mientras su vista posaba aficionada a lo que veía.
Y ahí lo vi, su figura corpulenta (y
bastante morena), la sonrisa irónica de
derribo-todo-aquél-que-pise-este-escenario y sus ojos observando a la multitud excitarse.
No
quiero estar aquí. Esto no es normal.
Traté de ocultarme lo mejor que pude,
sabía que si Jong In me veía jamás me hablaría en su vida, y no quería eso. Sin
embargo, la suerte casi nunca está de mi parte y como si fuesen dagas
clavándose en mis ojos sentía su mirada en mí. Vaya problema. ¿En qué lío me he
metido? Mi mirada casi de súplica veía aquellos ojos que me miraban con furor,
como si nos comunicáramos desde la distancia, su mirada era clara y profunda y
exclamaban un “tenemos que hablar”.
Tragué en seco.
¿Seré
idiota?
—Eh, chico ¿te encuentras bien? Estás
paliducho, venga ¡toma la cerveza! Te hará sentir mejor…
—Oh, claro—asentí.
Kyungsoo,
eres un demente, ¡jamás has bebido nada por el estilo!
Bebí un sorbo y por cortesía no lo tiré
al piso. Dejé la lata caer sin que aquél hombre se diese cuenta y observé las
posibles salidas, no quería ver cómo salía lastimado Jong In. Si bien, en mis
comienzos le vi pelear, jamás lo volví a hacer. No creo que el corazón me dé
para más.
Bien, Kyungsoo. Gritar incendio, prender
fuego al escenario o gritar y después correr, no son las mejores ideas ¿o sí?
La nota mental del día de hoy es pensar
como nena, sí, definitivamente eso. Entonces, ¿ponerme a llorar? No. ¡Ya
sé! Actuar como una persona normal que simplemente se quiere ir, ¡perfecto!
¡Bravo, Kyungsoo! Te mereces dos abrazos de Jong In que sabes que jamás te
dará.
Idiota.
Caminé lejos de ahí, justo cuando la masa
de gente comenzó a abuchear por la batalla que acababa de comenzar y no quería
ver eso. Corrí y escapé de allí, si veía cómo querían derribar a Jong In me
moriría ahí mismo; y dada las circunstancias me daría una paliza por ser un
pedazo de idiota.
Vaya
lío.
¿Terminó ahí? No puede ser...
ResponderEliminar